Monday, May 21, 2012

no excuses, no apologies

No hace falta que me digas eso de que pierdes la cabeza. Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa, esas maneras y todo el remolino que forma en cada paso que da. Pero además lo he visto serio, ser él mismo. Conozco todas sus miradas, sí, cada una de ellas... la que pone con tan solo verme y esa que le sale cuando me largo. Por eso, eso que me cuentas de qué fácil parece a veces enamorarse. Todo eso de que puede llegar a ser ese puto único motivo de seguir viviendo. Todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor es un cuento que me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre. Pero no sabes lo que es caer desde un precipicio y que aparezca de golpe. No sabes lo que es despertarte y que se retuerza y bostece, luego te abrace y luego no sepas cómo deshacerte de todo el mundo. Así que supondrás que yo soy la primera que entiende, que pierdas la cabeza, el sentido por sus palabras. Que las suspicacias, los disimulos cuando su culo pasa, las incomodidades de orgullo que pueda provocarte, son algo con lo que ya cuento. Que yo también lo veo. Que adoro esa sensación inigualable cuando él me besa, y nadie excepto él es capaz de darme. Que cuando cruza por debajo del cielo solo el tonto mira al cielo. Que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y se muerde el labio superior. Que conozco su voz en formato susurro, y formato gemido y en formato secreto. Que me sé sus cicatrices, y el sitio que tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría. Que yo también he memorizado su número de teléfono, pero también el numero de sus escalones. Con él he aprendido a querer los días impares y a odiar los pares. Ya me gustan los días 13 y más si son de agosto. Y ya han pasado muchas noches en las que he preferido contar sus lunares en vez de las estrellas. Y yo sí que no tengo cojones a decirle que no a nada, porque tengo más deudas con su espalda de las que nadie tendrá jamás con la luna (y mira que hay tontos enamorados en este mundo). Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente él, rendido a ese puto milagro que supone que exista. Que lo de "Mira sí, un polvo es un polvo". Que te entiendo. Que yo escribo sobre lo mismo. Que razones tenemos todos. Pero yo, muchas más.

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